Reseña literaria: Los días entre turbantes y tarbuses

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HUSSEIN, Taha (2004), Los días. Memorias de infancia y juventud. Trad. E. García Gómez. A Coruña: Ediciones del Viento, 272 págs.

Reseñar Los Días. Memorias de infancia y juventud es tanto como rescatar parte de la vida del decano de las letras árabes: Taha Hussein (1889-1973). Como escritor, académico y político, el autor egipcio no solo dejó tras de sí una huella prolija y variada que abarca el estudio y la crítica de la literatura árabe y de la historia islámica. Su legado también se nutre de literatura de ficción, numerosos ensayos de contenido político y social fruto de su trabajo como editor jefe en diversos periódicos y la publicación del único libro en el que recogió las claves de su pensamiento con respecto a la relación entre educación, igualdad y justicia social: El futuro de la educación en Egipto (1938) [Mustaqbal al-Thaqafa fi Misr]; una labor perseverante que se completó con su faceta como traductor de ciertos clásicos de la literatura griega y de la renombrada Psicología de la educación, de Gustave Le Bon.

«Tal vez la obra más importante de Taha Hussein sea su propia vida», escribe el traductor de la obra y renombrado arabista Emilio García Gómez, sobre esta autobiografía de referencia y obra maestra de la prosa árabe contemporánea. Una vida, por lo demás, truncada como consecuencia de la temprana ceguera de su protagonista y que, sin embargo, no le impidió ver la fatalidad de su pueblo, el egipcio, gravemente afectado por una entremezcla de privación e ignorancia.

El origen de estas memorias de infancia y juventud —publicadas en tres volúmenes entre los años 1926 y 1967— se remonta hasta las primeras evocaciones del autor: su nacimiento en el seno de una familia rural del Egipto Medio y el amargo recuerdo de una ceguera sobrevenida con tan solo tres años, debido al descuido de sus padres y a la impericia de un barbero local. El seto y el cañaveral simbolizan los primeros límites a los que el también llamado conquistador de la oscuridad tuvo que hacer frente durante toda su carrera.

El asombroso intelecto de Taha Hussein le llevo a memorizar el Corán a la edad de nueve años. Tras proseguir sus estudios con los ulemas locales, será enviado a la capital para estudiar la ciencia en la Universidad de al-Azhar. En su etapa cairota se forjará el núcleo duro de su fuerte personalidad. Así, la profunda soledad e introversión de los compases iniciales se transformará en un agudo ingenio y en el desarrollo de una elevada capacidad de juicio crítico, manifestado en forma de rebeldía, que le llevará a desafiar a la propia institución azharista y a sus ulemas. Una situación que le conducirá a descubrir la literatura y a refugiarse en el estudio de la misma, y que es el origen de su constante insistencia por poner a prueba un sistema de educación anquilosado, representado por por los turbantes. Sin duda, «otro hecho que aumentó su desvío por el Azhar y su apartamiento de los maestros y discípulos de esta institución [fue que] los que de veras lloraron al cheij [Mohamed Abduh]* y se afligieron de corazón por su muerte no eran los que llevaban turbante, sino los que se cubrían con tarbús».

Para Taha Hussein, la modernización educativa debía basarse en dos pilares fundamentales: alfabetización y razón crítica. El primero resultaba clave para salir de los elevados niveles de ignorancia y miseria presentes en la sociedad egipcia de la época. El segundo, estaba directamente relacionado con el rechazo a los académicos que no aceptaban el sometimiento a la crítica por parte de los estudiantes. Debido a la situación interna de un Egipto atrasado y estancado culturalmente, pero también a su infortunio personal, el que sería presidente de la Real Academia de la Lengua Árabe y Rector de la Universidad de Alejandría, contribuyó decididamente a la regeneración de un sistema educativo caduco desde sus tres facetas principales: la de estudiante, la de académico y la de hombre político.

Su pensamiento se encierra en la siguiente frase: «El conocimiento es como el agua que bebemos, como el aire que respiramos». Gracias a una estancia europea como estudiante en las universidades de Montpellier y la Sorbona, Taha Hussein concibió la posibilidad de un sistema educativo universal y gratuito. Más tarde, su nombramiento como Ministro de Educación en el año 1950, le permitió poner en práctica tales principios y convertir la educación primaria y secundaria de Egipto en un bien público de carácter gratuito. En 1952, la universalidad y gratuidad de la enseñanza se amplió a todos los niveles educativos. Su valiosa labor en la lucha por este derecho fundamental del pueblo egipcio fue galardonada con el premio de Derechos Humanos de Naciones Unidas en 1973.

No puede dudarse de que, en la memoria colectiva de Egipto, sigue habiendo espacio para Los días en los que Taha Hussein comenzó a mostrar su disconformidad con la miserable sociedad en la que le tocó vivir: un pueblo desposeído a causa de la dominación colonial y prácticamente analfabeto. Como tampoco podrá olvidarse su ejemplo de superación personal y fomento del espíritu crítico recogido en esta obra, la primera autobiografía oficial de la literatura árabe.

* Maestro imán de la Universidad de al-Azhar y uno de los principales exponentes del reformismo musulmán.

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J. Comins

J. Comins es politólogo especializado en diplomacia, relaciones internacionales y seguridad. Durante los últimos años ha participado en las operaciones de mantenimiento de la paz de Naciones Unidas en República Centroafricana (MINUSCA) y Mali (MINUSMA), y trabajado como asesor de seguridad en el ámbito humanitario para la fundación International NGO Safety Organisation (INSO) en Afganistán. De manera ocasional, colabora en la publicación de análisis para el Instituto Español de Estudios Estratégicos (Ministerio de Defensa) y el Grupo de Estudios sobre Seguridad Internacional (GESI) del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Granada.

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